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miércoles, 23 de agosto de 2017

WIÑAYPACHA


Entrevista de: Alberto Castro (@mczorro)


Resulta un misterio el por qué una película como “Wiñaypacha”, del realizador puneño Oscar Catacora, no entró a la competencia oficial del Festival de Cine de Lima. Se trata del mejor estreno nacional que se haya visto en varios años, el auspicioso debut cinematográfico de un cineasta cuya carrera hay que seguir de cerca; no se entiende su ausencia en la competencia también porque esta película es mucho mejor que más de la mitad de cintas exhibidas ahí.

Grabada a más de 5 mil metros sobre el nivel del mar y hablada completamente en aymara, “Wiñaypacha” nos cuenta la historia de dos ancianos que viven en una cabaña aislada en los Andes, mientras esperan que regrese su único hijo, el cual los abandonó para buscar un mejor futuro en la ciudad. La contundencia del relato se encuentra, curiosamente, en su sencillez y economía de recursos; en la sinergia entre los paisajes y el clima con la rutina, el cansancio y ese aroma a muerte que impregna el relato mientras va avanzando, esa atmósfera que baña las acciones más cotidianas.“Wiñaypacha” en español significa ‘eternidad’ y la película lo materializa a la perfección en la espera de ambos protagonistas: ese aislamiento y ausencia de tiempo refuerzan la idea de que estos dos personajes han esperado toda una vida a algo que, tal vez, nunca llegará. Es imposible no conmoverse con todo lo que sucede en la película y la recepción del público en sus proyecciones durante el festival lo ha demostrado.

Tuve el gigantesco placer de conversar con el realizador puneño sobre su ópera prima y esto fue lo que me contó. (Disclaimer: Por un tema de agendas, tuve que entrevistarlo un día antes de poder ver la película, por lo que no se ahonda mucho más en ella; cuando llegue su estreno comercial, espero poder volver a conversar con el realizador más a profundidad, porque estoy seguro que esta película seguirá dando que hablar).


¿Cómo es que nace “Wiñaypacha”? ¿Dónde encontramos su semilla?

Creo que es difícil encontrar ese momento específico. Pero en el 2013 estábamos a punto de rodar un largometraje, que iba a ser mi ópera prima, y el proyecto se frustró por un tema de financiamiento. Cuando paramos la producción, nos preguntábamos ¿y ahora qué viene? No queríamos parar, así que nos animamos a hacer otro proyecto, uno dentro de las posibilidades que teníamos, más viable. Así que decidí recurrir a aquello que conocía, a mis raíces, hacer una historia sencilla, pero con profundo contenido. Y ahí nace la película: quería contar la historia de dos abuelos en un lugar alejado de la zona urbana, en los Andes del Perú.

Se habla mucho de que es la ‘primera película grabada completamente en aymara’…

Nosotros ya teníamos antecedentes de haber realizado varios trabajos en este idioma, sobre todo para diversas organizaciones que nos solicitaban que incluyéramos testimonios en su propio idioma. Por ello, planteamos hacer esta película también netamente en aymara.

Luego de su primera proyección, gran parte de la crítica ha mencionado a Yasujirō Ozu como claro referente. ¿Qué otras influencias has tenido a la hora de hacer la película?

Yo creo que todo director tiene referencias: es difícil que alguien diga que ha creado algo, porque todo ya fue creado. Como referencias mías, están Ozu, Kenji Mizoguchi, Akira Kurosawa, Andréi Tarkovski y Abbas Kiarostami. Todos hacen distintos tipos de película, pero con muy profundo contenido, de reflexión, incluso de interpretación. Tengo muchos directores cuyas carreras me gustan, desde los más clásicos, hasta los más criticados, como Ed Wood, a quien si uno analiza creo que tiene muchas ideas, tal vez no bien desarrolladas, pero en esencia. Quentin Tarantino, por ejemplo, ve ese tipo de películas de serie B, para sacarle provecho para su propia obra.

Imagen: Cinencuentro

¿Qué opinas de esa idea de separar al cine que se hace en Lima del llamado ‘cine regional’? ¿Estás de acuerdo con la categorización?

Me alegra que me preguntes sobre ese tema. Porque, de alguna forma, el hecho de que nos denominen ‘cine regional’ me parece discriminatorio. Porque divide al país. Hay que tener en cuenta que Lima también es una región. Es como denominarnos ‘cine del interior del país’: ¿entonces Lima es ‘del exterior’? De cierta manera, es incómodo hablar del tema, pero tendríamos que pensar que todo el cine hecho en el Perú simplemente debería ser denominado cine peruano o nacional. Ahora, en el hecho de separar un concurso para el ‘cine regional’ desde el Ministerio de Cultura hay un punto a favor, ya que no es lo mismo medir la capacidad de un cineasta de la zona urbana o de Lima, con realizadores de otras partes del Perú, porque la educación no es la misma. Sin embargo, en los últimos años, el cine producido en otras partes del país que no son Lima empieza a revertir la situación. Tenemos muy buenos directores en las ‘regiones’, como Miguel Barreda u Omar Forero. Creo que poco a poco se va emparejando la situación. Hay que tener en cuenta también que el cine en el Perú nace en las regiones: Luis Figueroa, Elogio Nishiyama, toda la escuela de cine de Cusco; el padre del cine peruano, Armando Robles Godoy, desarrolló gran parte de sus producciones en las regiones.

Siento que todavía existen prejuicios en torno al cine que se hace fuera de Lima, que es un cine de poco cuidado técnico. ¿Crees que hay algo de asidero en estas afirmaciones?


Hay que asumir una responsabilidad, yo creo. Hay que reconocer que muchos realizadores de ‘regiones’ de alguna forma han optado por ese tipo de producción, sin importar la calidad técnica o el mínimo cuidado artístico. Es un gran error que se ha cometido. Es paradójico hablar igual de eso, porque antes pensaba que se hacía un cine de muy buena calidad en Lima, otras películas regulares, malas y al final las regionales. Pero creo que eso se está revirtiendo, porque hay muchas películas producidas aquí en Lima que mejor ni mencionarlas.

¿Qué es lo que sigue con tu película? ¿Buscarás el estreno comercial?

De hecho. Creo que toda película debe buscar un público. Creo que una obra de arte sin público, no es nada. Primero estamos buscando presentarla en festivales nacionales e internacionales; luego de ello, buscaremos el estreno comercial para de alguna forma recuperar lo que se ha invertido. Sabemos que será complicadísima esa etapa.

Imagen: Cinencuentro

Justamente quería hablar de eso. Los exhibidores aquí asumen que al público le gusta un tipo de película y solo estrenan eso. ¿Estás preparado para enfrentar esa etapa?

El cine es una industria, es un negocio, además de ser arte. Entonces un productor debe tener bien claro qué tipo de película va a hacer, a qué público objetivo debe dirigirse. Yo soy consciente de que mi película es para un público más cinéfilo, quizás, que busca una propuesta no tanto de entretenimiento, sino más reflexiva. Lamentablemente, ese público es reducido en nuestro país. No podría pensar que mi película va a convertirse en la más taquillera del año tampoco o que le voy a ganar a “Asu mare”, de ninguna manera. Yo creo que algún día tendremos películas más elaboradas que funcionen también con el público, alguien la hará. Por el momento, esto es lo que hay.

El Ministro de Cultura ha dicho que quiere que este año se pase la Nueva Ley de Cine. ¿Qué consideras que debería incluirse en este proyecto?

Yo creo que debería incluirse una cuota de pantalla, de alguna forma. No estoy a favor del proteccionismo, porque limita; pero creo que una cuota de pantalla podría hacer que el cine peruano crezca, que tenga más oportunidades, porque muchas veces una película peruana se estrena y no dura ni si quiera una semana, la sacan inmediatamente. Una cuota de pantalla podría garantizar la permanencia de una película en salas.

La cuota de pantalla puede verse como una medida proteccionista.

Por eso te digo, puede sonar contradictorio, pero es necesario. Necesitamos una cuota de pantalla establecida claramente, con sus reglas. Porque tampoco es asegurar proyección así no más, sino podría ocurrir lo que pasa en las regiones: se garantiza la exhibición de la película sin importar la calidad técnica. Necesitamos una cuota de pantalla exigente, con ciertos estándares de calidad, para que los realizadores y productores también se preocupen en hacer buenas películas.


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