Los Rivera arrastran una situación desgraciada relacionada con la música, y por ello hoy son zapateros y tienen el arte musical prohibido en el seno de la familia. Miguel es un niño mexicano que ama tocar la guitarra y cantar, y que un día descubre que su mayor ídolo es en realidad su tatarabuelo. Es así que en la lucha por hacer realidad su sueño, y sin saber cómo, es trasladado al Mundo de los Muertos. En ese lugar, conocerá más de su familia, de la pasión por la música y de que los lazos que los unen son eternos. Coco es la propuesta con la que Pixar logra, sin traumatismos, poner a los niños ante la muerte y lo que ello conlleva. Un guión que se nos antoja sólido, con una historia que provocará risas y emociones por igual, tratando con respeto la cultura mexicana, nos lleva de la mano a ese fantástico mundo, recreado en unos escenarios increíblemente grandes, con un magnífico tratamiento del color y la iluminación. Lo que ha crecido Pixar desde lo técnico es formidable, y lo demuestra en esta cinta, donde contenido y envoltorio se unen para presentarnos la que seguramente es la mejor película de animación del último año. Coco, por ser de "dibujitos", no es sólo para nuestros hijos, también es para nosotros, ya que en definitiva nos enseña que no debemos olvidarnos de nuestros muertos porque “amor verdadero nos une por siempre” (aún más allá de esta vida).
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