El avión negro [C.A.L.Q.U.I.N.]
Ficha técnica
Guion, Dirección y Montaje: Marcos Pastor (ADN - SAE)
Dirección de Fotografía y Cámara: Alejandro "Rusi" Millán Pastori
Jefe de Producción: Carlos Sueyro
Sonido Directo: Gastón Sadhajac
Post-producción de Sonido: Gino Gelsi
Producción: CYCLOPE CINE
Corrección de Color: Luisa Cavanagh
Asistentes de Producción: Maura Delpero / Dana Argüello / Maud Pavé / Angela Colombo / Juan Carlos Pastor
Producción Ejecutiva: Marcos Pastor
Formatos de proyección: DCP - Digital Media
Duración: 80 min.
Idioma: Castellano
Subtítulos: Inglés - Italiano
Protagonistas: Juan Ignacio San Martín / Luis ‘Cacho’ Murua / Miguel Irazoqui / Daniel Vicente / Francisco ‘Paco’ Torres / Comodoro Jorge Gómez / Ricardo Pons
Con la contribución de: ENERC-INCAA (Argentina) - Cineteca di Bologna (Italia)
Sinopsis
Entre 1943 y 1955 la Argentina vivió un proceso político y social revolucionario. El surgimiento del ‘Peronismo’ y sus grandes líderes transformaría aquel ‘Granero del Mundo’ de fines del Siglo XIX en ‘La Nueva Argentina de Perón’: una utopía industrialista, fundada en la tecnología nacional.
En poco más de una década se intentó crear un ideal Mundo Justicialista, que tuvo como olvidados pioneros a los aviones ‘Calquín’ y ‘DL-22’, construidos íntegramente en madera a falta de materiales estratégicos como el aluminio, demandado por el conflicto imperialista conocido como ‘Segunda Guerra Mundial’.
Setenta años más tarde, Marcos Pastor -el director de la película- toma la íntima perspectiva de sus sueños de infancia de convertirse en piloto de aviones, para plasmar en pantalla dos épicas paralelas: la lucha de un país neo-colonial por alcanzar sus sueños de liberación nacional; y la de una improbable pandilla de amantes de los aviones en busca de un pasado violentamente desaparecido.
Trabajando con el talentoso Director de Fotografía ‘Rusi’ Millán Pastori, el realizador utiliza numerosos formatos cinematográficos –incluyendo imágenes blanco y negro, color, 35mm, 16mm, Super 8 y video, así como material de archivo histórico, películas caseras y viejas películas argentinas- para generar un collage de imágenes particularmente impresionista.
Cubriendo un vasto arco temporal que abarca desde la II Guerra Mundial hasta el Siglo XXI, Pastor recurre a una heterogénea paleta de materiales documentales –noticieros fílmicos, fotografías, testimonios, grabaciones radiofónicas, planos, dibujos y hasta filmaciones inéditas de Perón y Evita en su intimidad y la música original del notorio compositor Miguel Magud- para completar un inquietante y poderoso ensayo sobre la guerra, la política y los sueños de infancia.
Nota del director
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La Historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
Rodolfo Walsh
Mi nombre es Marcos Pastor, nací en la Ciudad de Córdoba en Febrero de 1975. Cuando tenía seis años mi familia se mudó a pocas cuadras de la fábrica militar de aviones de Córdoba. Desde sus hangares y talleres surgía permanentemente el estruendo de las máquinas en acción y sobre los techos del barrio sobrevolaban todo el día estas naves, agigantando mi imaginación infantil.
Con el inicio de la adolescencia y el conocimiento de los trágicos años de la dictadura de 1976, aquel entusiasmo tan hondamente ligado a la fábrica y a la base aeronáutica vecina, fueron transformándose en desconfianza y recelo. Pero el azar y la memoria emotiva probarían ser más fuertes y mucho tiempo después me encontraría otra vez deslumbrado por aquella fábrica de aviones y de sueños.
A inicios de 2002 junto a Miguel Colombo, iniciamos el rodaje de nuestra primera película documental: Rastrojero, utopías de la Argentina potencia, en un intento por comprender cómo aquella orgullosa nación de los años ’40 y ’50 se encontraba entonces al borde de un colapso definitivo. De esa manera conocimos a “Nani” San Martin, nieto del Brigadier Juan Ignacio San Martín, el principal impulsor de la fábrica de aviones durante el peronismo; quién nos sorprendió con un inesperado y maravilloso regalo: varias latas oxidadas con noticieros en 35 mm. relatando la epopeya que constituyó el desarrollo industrial de Córdoba en aquellos tiempos. Entre ellas, hubo una que cautivó mi atención con particular interés. Relataba el desarrollo y la construcción del “IAe-24 Calquín”, un avión militar enteramente realizado con maderas nacionales y punta de lanza del desarrollo industrial de Córdoba y de toda la Argentina.
Desde aquel momento y recuperando un sueño infantil largamente olvidado, comenzó una fascinante investigación en pos de descubrir a los protagonistas, los conflictos, las realizaciones y los herederos espirituales de un capítulo escondido de nuestra historia nacional.
Una trilogía sobre la Industria Argentina
Del interés por continuar el trabajo documental sobre la historia de
la industria nacional, rugió en mi la inquietud de desarrollar una trilogía
sobre aquel modelo de país industrial que quedó trunco. El inicio de esta serie comienza con la realización de “Rastrojero, utopías de la Argentina potencia”, cuya importante y sostenida repercusión de público nos habla de una necesidad social por indagar y comprender los procesos políticos y sociales a través de una mirada “Micro-Histórica”, es decir, ligados a la vida cotidiana del espectador desde pequeños detalles que el devenir temporal desplaza hacia una representación histórica. Nosotros mismos fuimos sorprendidos por la forma en que “Rastrojero…” tocó las fibras de varias generaciones de espectadores que nos devolvieron con profunda emoción su agradecimiento por preservar este retazo de la memoria colectiva.
En este sentido me propongo realizar una serie de películas que atesoren la memoria sobre los logros alcanzados por la industria argentina. Una suerte de rescate del pasado por tierra, mar y aire.
El planteo estético en El Avión Negro [C.A.L.Q.U.I.N.] se centra en generar una progresión con respecto al primer film de la serie, Rastrojero, utopías de la Argentina potencia cuyas coordenadas formales se ubican en las proximidades del documental expositivo clásico.
En esta continuación de la serie histórica, la propuesta es ahondar en la búsqueda estética y formal, a fin de poner en crisis algunos aspectos relacionados con los parámetros tradicionales del cine documental, buscando también cuestionar ciertas ideas previas sobre la historia argentina y la forma en que éstas han sido transmitidas en la memoria social a través de su representación cinematográfica.
En “Rastrojero…” nos interesaba capturar la manera en que el proceso macroeconómico está ligado a una experiencia muy personal de la gente en su vida cotidiana. Para ello, la herramienta básica que utilizamos fue la metonimia: ver cómo en el pequeño ejemplo de la camioneta “Rastrojero” repercutían las grandes decisiones políticas de la Argentina. El objetivo era encontrar los puntos de contacto entre la Gran Historia del país y la pequeña historia de esos trabajadores cordobeses.
En el caso de El Avión Negro [C.A.L.Q.U.I.N.], el instrumento retórico permanece intacto: el avión “Calquín” es el símbolo de una lucha de poderes, pero ahora en un panorama mucho más amplio. A través de la historia del desarrollo aeronáutico, el conflicto se traslada a una escala internacional. Rápidamente podemos ver reflejada la tensión entre el proyecto nacional e industrialista del primer peronismo, versus el imperialismo más descarnado que caracteriza el inicio de lo que posteriormente se llamaría “Guerra Fría”.
El ejemplo concreto del avión “Calquín” nos permite trascender lo anecdótico y nos habla de una idea del mundo y de una suerte de “espíritu de la época”, que resulta a veces muy difícil de comprender desde nuestra contemporaneidad.
Las investigaciones más prolíficas y fértiles en el campo documental actual dan cuenta de dos vertientes claras que se aúnan en el presente trabajo: el concepto de “found footage” y la búsqueda de la autorepresentación en los filmes de no-ficción.
La práctica del “found footage”, antes de constituir una estética experimental y contemporánea, es una invención de la escuela soviética de vanguardia, cuyo constructivismo, proveniente de las artes plásticas, la predispuso a un uso de los planos, propios o ajenos, como si fueran materiales cualesquiera puestos en combinación. Por ejemplo, los experimentos Kuleshov de configuración de secuencias sintagmáticas distintas, con la variación de casi los mismos planos, cuyo origen no cuenta tanto como su función.
La propuesta en este caso consiste en “poner en conversación” la memoria personal de los protagonistas históricos con el material de archivo “público” u “oficial”. La expresión “poner en conversación” pertenece a Edgardo Cozarinsky y es utilizada para definir una posición sobre la tarea del documentalista: parafraseando la expresión “poner en escena”, instala su actividad en el mismo universo semántico pero en abierta confrontación con la idea del realizador como metteur en scene.
El montaje
Mi primer oficio en el mundo del cine ha sido el de montajista y como tal me gusta pensar que opero desde una posición cercana a la de un alquimista: transformando viejos objetos, sonidos e imágenes en formas y significados nuevos. Busco establecer un “pacto de verosimilitud” con el espectador a partir de la asunción de esta dimensión del artificio -siempre más cercano a lo Eisensteniano que a lo Baziniano- una operación que denuncia y aclara rotundamente: “esto no es la Realidad, esto no es la Verdad”. Es en todo caso, un discurso sobre la realidad, una mirada y la búsqueda de una verdad personal. Trabajo una poética documental que parte de la idea de que cualquier no-ficción se construye plano a plano, de ahí el intervencionismo permanente en la mesa de montaje y en la confección de una banda sonora de diálogos y relaciones dispuestas sin ninguna ingenuidad.
Biofilmografía del director
Marcos Pastor trabaja como montajista, director, productor y docente de cine. Nacido en Córdoba en 1975, en el año 2000 se transfiere a la ciudad de Buenos Aires donde obtiene el título de ‘Director de Montaje’ en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC – INCAA), institución donde enseña montaje y realización documental desde el año 2008.
Ha escrito, dirigido y producido cuatro largometrajes de su autoría –“Rastrojero, utopías de la Argentina potencia”, “Araca la barca”, “Ensayo, fragmentos de Sarah Kane” y “7 Salamancas”, estrenados en festivales de cine argentinos y del exterior y exhibidos en salas cinematográficas y canales televisivos de la Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Venezuela, Suiza y Croacia. Paralelamente se ha desempeñado como productor en proyectos de largometraje, tanto de ficción como documentales y ha realizado el montaje de más una docena de films argentinos y extranjeros.
Sus proyectos han recibido premios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, del Fondo Nacional de las Artes y de diversas Secretarías de Cultura de provincias argentinas. Ha sido nominado a los premios Cóndor de Plata (Argentina), David di Donatello (Italia), de la Asociación de Editores Cinematográficos de la República Argentina (SAE) y la Asociación Argentina de Editores Audiovisuales (EDA) entre otros.
Nuestra opinión
“Nuestras clases dominantes han
procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan
doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de
nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se
pierde, las lecciones se olvidan. La Historia parece así como
propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras
cosas.”
Rodolfo Walsh
Rodolfo Walsh
Tal como reza la cita, el filme nos
pone frenta a una realidad que supera a la mejor película de espías.
La historia del desarrollo de la aviación argentina, con la mítica
Fábrica de Aviones de Córdoba, narrada a partir de un sueño de
infancia de Marcos Pastor, responsable de la cinta que nos ocupa:
algún día pilotar uno de los aviones que se construían en su
barrio. A partir de allí, el relato transita, gracias a imágenes de
época y a testimonios de algunos de los responsables de esos
desarrollos, por caminos tortuosos, porque más allá de las
intenciones de Perón de colocar al país entre las potencias
industriales del mundo, giraban otros intereses, los de aquellas
naciones (Estados Unidos, Gran Bretaña), que no dudaban en hacer lo
necesario para quitarnos de en medio. Un documento que llama la
atención por su tratamiento, donde en las voces de sus protagonistas
se nota la emoción, el amor por aquellas naves aladas, y por lo que
pudo ser y no es, tal vez restándole emoción desde el relato en
off, voz femenina para contar lo que escribió un ser masculino, y
tal vez eso le quita algo de fuerza a una película, que nos muestra
una realidad que duele, con un acompañamiento musical más que
digno. En síntesis, EL AVION NEGRO, es un filme que sin dudas
recomendamos, por su contenido, por los materiales utilizados para
llevarlo a cabo, y por lo que narra, la historia de una Argentina que
fue, que no es, pero que tal vez...
Mañana miércoles a las 20.00 en el Espacio INCAA Cine Gaumont.
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