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martes, 30 de octubre de 2018

CRITICA. LA CHICA EN LA TELARAÑA


Sony tenía muchas esperanzas depositadas en ‘La chica del dragón tatuado’, pero la cinta de David Fincher no fue el gran éxito que deseaban -costó 90 millones de dólares y recaudó unos correctos pero poco memorables 232- y la secuela nunca terminó de concretarse. Fincher siguió vinculado al proyecto durante años, pero en 2015 se anunció que iban a optar por un reboot.

El elegido para sustituir a Fincher fue Fede Álvarez, quien prefirió contar con un nuevo reparto para llevar el material a su terreno. El resultado de ello ha sido ‘La chica en la telaraña’, adaptación de una novela que aún no había dado nunca el salto a la pequeña o la gran pantalla. Será el 9 de noviembre cuando llegue a los cines, pero yo ya he tenido la oportunidad de verla y es un thriller vibrante pero que no deja huella.


Más personal pero menos elaborada


Uno de los aspectos que más llaman la atención mientras estás viendo ‘La chica en la telaraña’ es que es un relato muy dinámico, sin apenas tiempo para detenerse en ninguna situación o personaje para que la historia siga avanzando -aunque en el tramo central de la película hay mucho de hacer-deshacer algo entre la heroína y los villanos, rozando así lo redundante-, algo que juega tanto a favor como en contra de la cinta.

Por un lado resulta casi imposible aburrirse porque la sensación de acción es constante, tanto cuando hay enfrentamientos físicos y huidas como cuando simplemente se están preparando para lo que está por venir. A esto último ayuda el notable trabajo de puesta en escena de Álvarez, quien sabe cuándo puede deleitarse un poco en el manejo de la cámara, cuándo ha de optar por una dirección más austera y los momentos en los que simplemente hay que ser más contundente.


Los esfuerzos de Álvarez también ayudan en parte a compensar la innegable pérdida de interés puramente visual respecto a ‘La chica del dragón tatuado’, donde Fincher sabía crear un clima único que lo diferenciaba de un thriller al uso en ese apartado, siendo también capaz de incidir en elementos más oscuros y retorcidos. Aquí eso queda reducido a instantes puntuales de mostrar de forma más directa y el resto se acerca a más a lo que uno esperaría de una producción solvente sin una marcada personalidad por detrás.

Ahí se percibe la drástica reducción presupuestaria -se comenta que ‘La chica en la telaraña’ ha costado como la mitad que la de Fincher-, pero es un punto que puede añadir mucho y no necesariamente restar demasiado si no lo tienes. En este caso es más resultado de las inevitables comparaciones que algo que en sí mismo haga daño a la película. El problema viene por otro lado.


‘La chica en la telaraña’ funciona a medias


‘La chica en la telaraña’ podría venderse perfectamente como el caso más personal de Lisbeth Salander y el propio prólogo de la película incide en su infancia, en concreto en cómo se separó de su padre y su hermana. Ese es el caldo de cultivo para mostrar a un personaje algo más frágil que deja su lado misterioso reservado a sus increíbles habilidades para salir con vida de situaciones muy peligrosas.

Ese último punto también podría provocar el rechazo de algunos ahí quizá tienda a parecerse demasiado a una versión más retorcida de James Bond-, pero lo que a mí me echó algo para atrás fue que busca que el impacto emocional que tiene ese pasado en ella eleve la tensión a otro nivel pero cualquier tipo de desarrollo del mismo más allá de la fuerza que puedan tener instantes concretos brilla por su ausencia. Quiere tenerlo todo sin pagar el peaje.


Al igual que sucedía en la puesta en escena, eso es algo que se compensa por el gran trabajo de Claire Foy dando vida a una Lisbeth Salander con voz propia que en ningún momento se ve como una copia o una mera variante de lo que habíamos visto previamente. Ella sabe cómo llevar el personaje a su terreno, en parte porque es el único personaje al que el guión presta un mínimo de atención más allá de su implicación en la evolución de la historia.

El trabajo del resto del reparto solamente puede calificarse como cumplidor pero olvidable al no tener suficiente material para causar impresión entre el público. Aquí eso se busca a través de las acciones y demasiados dejan la sensación de ser meros complementos necesarios, y allí añado incluso a Sverrir Gudnason, el sucesor de Daniel Craig como el periodista Mikael Blomkvist.


En definitiva, ‘La chica en la telaraña’ es buen cine comercial que sabe engancharte con la historia que cuenta y su dinámico ritmo, pero también es una propuesta que no desarrolla realmente nada. El reseñable trabajo de su director y su protagonista ayuda a que esto pase algo más desapercibido, pero aquí se opta por normalizar el material en lugar de indagar en aquello que podría hacerlo especial.




Por MIKEL ZORRILLA @freddyvoorhees


Se ha adaptado a español latino.
Se han modificado los nombres de las películas y series al correspondiente a Argentina.
Se han modificado las fechas de estreno a las correspondientes a Argentina.
Publicado bajo licencia Creative Commons.

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