Con motivo del lanzamiento de ‘Toro’, que también ha sido el título encargado de inaugurar la 19ª edición del Festival de Málaga, tuve la ocasión de entrevistar de forma individual y exclusiva tanto a Mario Casas como a Maíllo. Más abajo encontraréis lo más interesante que ambos dijeron sobre una cinta por la que Atresmedia está apostando muy fuerte, algo comprensible al ser una de las películas españolas más esperadas de 2016.
¿Cómo surge ‘Toro’?
Kike Maíllo: Surge seguramente como una reacción a mi primera película, que es‘Eva’. Había algo de ‘Eva’ que a mí me fascinaba, sobre todo al final, que tenía que ver con ese momento en el cual afloraban las realidades que aparecían en la película y, de pronto, se volvía mucho más movida. Se volvía thrillerosa de alguna manera.
Yo me quedé con la idea de poder trabajar con esa intensidad de cabo a rabo. En medio de la promoción de ‘Eva’ conocí a Fernando Navarro, que estaba acabando su guion de ‘Anacleto, agente secreto’, y empezamos a fantasear sobre qué película nos gustaría hacer juntos. Hablamos de películas de acción, de thrillers… y nos enamoramos de dos personajes, uno que encarnaba un héroe moderno, romántico y muy violento, y otro que era un desastre, que era su amigo, su hermano o su primo, pero que tenía mucho carisma.
Con esos dibujos esquemáticos de dos personajes y con una trama que pensamos que era un huida, Enrique López Lavigne, el productor de la película, nos pidió que fuéramos a ver a Mario Casas y Luis Tosar porque pensábamos que ellos debían ser los actores. Antes de tener el guion, nos acercamos, hablamos con ellos y parecía que les interesaba la idea, así que creamos una trama para que ellos dos fueran los protagonistas.
Mario, tu papel en ‘Toro’ es muy físico, tanto de entrenamiento como en lo referente al lenguaje gestual, ¿cómo preparaste el papel en ese sentido?
Mario Casas: Bueno, principalmente con ensayos con Luis Tosar, José Sacristán y Kike Maíllo. Además, yo con el planteamiento que tenía del personaje, que eran cinco años en la cárcel y salía, yo he hablado con funcionamientos y con más gente sobre qué podría pasar en ese tiempo. Supuestamente, hay una serie de presos que se van a la mala parte de la cárcel y luego hay otros que hacen los trabajos, que se centran sobre todo en el gimnasio o en estudiar.
Yo llegué como una mula, como un toro, físicamente de tres meses de preparación y demás. Me acuerdo que Kike se asustó la primera vez que me vio en los ensayos y el guionista me dijo como que me estaba pasando, que al final querían algo más estilizado, que es por donde va la película.
Después de hacer una biografía de quién es Toro, la familia que ha tenido, quién es el personaje de Luis Tosar para él, esa sobrina… ir construyendo todo eso que en la película no se explica. Tú los ves en sus relaciones personales, pero no explicas quiénes han sido ni cómo son. Además, mi personaje habla muy poco, así que teníamos que crear muy bien todo lo que es la base para poder afinar e interpretar en las secuencias donde, a veces, no se dice absolutamente nada.
Mario Casas y Luis Tosar interpretan a dos hermanos, y José Sacristán tiene una especie de relación paternal con ellos. La familia tiene mucha importancia en la película, ¿lo tuvisteis en cuenta a la hora de seleccionar a los actores?
Kike Maíllo: Sí, es verdad que cuando nosotros dibujamos el personaje de Romano, este pater familia cacique, pensamos en alguien mucho más joven, alguien que realmente pudiera pasar por ser el padre de Mario Casas. Sin embargo, no acabó de seducirnos ningún nombre para ese personaje y decidimos subir la edad para que entrase esa generación de grandes actores de escena teatral o de cine.
Hablamos con Pepe y él estaba encantado de hacer la película. Eso provocó que tuviéramos que transformar ese personaje y le dotásemos de esa arma, esa herramienta que luce en la película. Y sí, el triángulo habla de la familia, que de alguna manera Toro siente que ese es su padre y siente que su hermano es postizo. No siente o cree que no siente ese lazo familiar lo suficientemente grande como para tenerlo cerca.
Al final, la película una de las temáticas que toca es la de las cotas de libertad. Hay un personaje que está a punto de salir de la cárcel, pero hay otras cárceles peores que la de que él sale, porque no puedes escapar de ellas. Tienen que ver con la casta, con el grupo al que perteneces, con la familia. Como te activa o desactiva tu núcleo familiar, pues tú puedes ser el tío que ha levantado un imperio y tu padre, madre o hermano te dicen algo y te pueden destrozar el día.
Después hay un último arancel que tiene que ver con ese lastre de la libertad que tiene que ver con el carácter. Puedes escaparte de quien quieras, pero no te puedes escapar de ti. El personaje de Toro tiene ese tatuaje que reza “Mi carácter es mi cárcel”. Él ha entendido en estos años en prisión que el problema no está en los demás, esté en él y casi tiene que tatuárselo para recordarlo.
En ‘Toro’ la familia, tanto la de sangre como la que no lo es, tiene mucha importancia, ¿cómo fue tu relación con el resto del reparto para que eso se notase?
Mario Casas: Principalmente conociéndonos, y teniendo claro qué es lo que queríamos contar. Hay una relación familiar con mi sobrina y Luis, y después con Sacristán, que aunque no es familia, digamos que, como se dice en esa primera escena en el coche, es como un padre. Tal vez nosotros venimos de otra ciudad a trabajar con ellos años atrás y él a lo mejor es un referente como padre para mí.
Yo creo que en esas mafias en el momento que entras tiene que ser una jerarquía completamente familiar, que esos lazos no se pueden romper. Había algo ahí que teníamos que ser esa familia que al romperla pasa lo que pasa, que es que Sacristán se vuelve en contra mía, me traiciona y me hace pasar esos cinco años en la cárcel.
Al final eso se consigue hablando, creando en los ensayos y conociéndonos.
Aunque es quizá el personaje más positivo de la película, Toro es más oscuro de a lo que nos tienes acostumbrados, ¿te atraen más ese tipo de personajes?
Mario Casas: No creas, al final yo soy muy de sacar las cosas para fuera emocionalmente, y sobre todo los personajes. Me gusta que se expresen, y estos personajes no es que me gusten más, pero sí que son más complicados, es decir, están metidos en una caja de la que no te puedes salir. El personaje de Luis es muchísimo para fuera, tiene un abanico de poder jugar mucho más en una escena de lo que puede tener Toro.
Al final es un personaje muy para adentro, gris, opaco, que habla muy poco y que la única manera que sabe de comunicarse es dando ostias. Son personajes que tú quieres que por dentro estén rellenos de emociones para poder mostrarlas con la mirada, que yo creo que son los personajes más difíciles, los que no dicen absolutamente nada y tienen que expresarlo todo.
Otra parte complicada serían las escenas más peligrosas, ¿hasta qué punto te implicaste en ellas?
Mario Casas: Pues preparamos las escenas de acción más coche yo creo que durante un mes. Para hacer las coreografías de las peleas me llevaron a un descampado a probar el coche y demás. Lo que le dije a Kike es que a mí me gustaría hacer no el 100% porque lógicamente no puedes, pero sí el 90-95% de las escenas de acción. A mí me parece interesante que en un thriller así tú veas al protagonista haciendo las escenas, que no te lo estén escondiendo con planos al actor.
Yo creo que la gente a la que nos gusta el cine captamos en el primer momento que te están poniendo a un especialista o a alguien de figuración. Nosotros sí que nos preparamos bastante y dejamos todo bien claro, pero aparte nos lo pasamos muy bien, es decir, Luis y yo en esas secuencias de coche escapando por el centro de Málaga y por la playa lo hemos disfrutado. La adrenalina se nos contagiaba.
¿Rodaste también en la que tu personaje salta de balcón en balcón?
Mario Casas: Yo sí hago una de las bajadas y el salto, pero me quedaba colgando cuando saltaba. El impacto contra el otro balcón sí era un especialista porque no sabían qué podía pasar. Se le al tío, que se pegó un ostión y me enseñó la pierna al día siguiente, que la tenía completamente negra. Ahí sí era un poco más peligroso porque no se había probado cómo era el impacto contra el otro balcón.
¿Cuál fue la escena que más disfrutaste rodando? ¿Y la que más te costó?
Mario Casas: La que más me costó rodar fue la noche en la que yo entro en la cocina, me estoy peleando con estos tíos, salgo, echo a correr y me peleo con otros en el edificio circular que cambia de colores. Eso fue lo más difícil. Después fácil no ha habido nada, pero las secuencias que lo he disfrutado, y me sentía como un niño haciendo maldades, era con el coche.
Otro aspecto que llama la atención es que tiene un estilo muy poco habitual en el cine español, Kike, ¿tuviste algún referente concreto o lo veías directamente así en tu cabeza?
Kike Maíllo: Una de las decisiones más importantes que tomamos, y que seguramente que creo que va a tener una importancia capital en lo que creo que va a ser mi estilo, es que queríamos una película que tuviera mucha más tierra que ‘Eva’, en el sentido de que realmente estuviera localizada en el sur, que hubiera gente que habla como hablan los malagueños, que esos colores de Andalucía estén en la película.
Pero hubo un punto en el cual yo intenté sostener el caballo, que no se convirtiera en una película naturalista, costumbrista, un thriller arrabalero. Yo creo que lo que hace Alberto Rodríguez es maravilloso y lo hace fenomenal, pero no creo que los designios ni mi estilo tengan que ir por ahí. Yo creo que tengo que hacer las películas que proponen un mundo con sus propias reglas y ese mundo lo vives estando.
Eso lo que provoca es una incomodidad a la hora de pensar la película porque ya no estás copiando la realidad. Hay que transformarla continuamente y hay que escoger un estilo, y casarse con él. Ese estilo lo fuimos encontrando; en el periodo de preproducción sabíamos que íbamos a apostar muy fuerte por el color, por dónde estábamos tanto el fotógrafo como yo por las cosas que veníamos haciendo.
Creíamos que era muy buena idea no abordar el noir, el cine negro, desde el clasicismo de la fotografía, sino desde el color, de la geometría, desde la saturación y el orden. Era una cosa que nos ponía mucho. Es algo que están haciendo muchísimos autores en otros sitios, pero sí que sigue teniendo un componente de originalidad que nos gustaba mucho.
Después estaba la importancia del espacio. Para mí es muy importante la arquitectura en las películas y mi propuesta era que la película acababa en un clímax de ascensión, en las escaleras en espiral donde había unos colores muy fuertes que iban cambiando. Yo a todo eso le di alas. Creo que tenía muchas ganas de que nos pasáramos. Yo creo que el cine está para pasarse, está en un punto en el que la gente va a la sala a ver una cosa distinta, y así no se queda en casa.
¿Tuviste algún referente o te dio Kike Maíllo alguno a la hora de enfocar tu actuación?
Mario Casas: Referente no me dio ninguno. Yo cuando leo el guion hay un personaje que me viene a la mente, que es Tom Hardy en ‘La entrega’ (‘The Drop’), que es un tipo bastante parecido. No hablaba absolutamente nada, era bastante retraído… Más que películas, tal vez me fijé en actores que a mí me pueden gustar, he visto películas suyas….
Yo creo que ahí hay algunos referentes por el tipo de rodaje y estética, pero creo que ha sido más una visión del director que yo actoralmente.
En todo momento hay una sensación de fatalidad, de que lo que va a suceder es inevitable.
Kike Maíllo: Es un poco lo que te hablaba antes. Otro arancel que hay fuerte a la libertad es pensar que tu destino está escrito. A mí me gustaba mucho esa idea de tragedia shakespeariana en el que parece que todo el mundo está destinado a sufrir o a terminar en un final muy agrio. Creo que estamos tan acostumbrados a cómo funciona la ficción que ese momento en el que han robado y están celebrando tú dices “No pasa una hora de película, aquí hay algo raro”.
La película también es juguetona en ese sentido, posicionándose respecto al posicionamiento que tiene el público. Me gustaba mucho esa idea de que estuvieras todo el rato con la mosca detrás de la nariz, pensando que esto no puede ir bien.
¿Cómo es actualmente la situación en el cine español para sacar adelante una película?
Kike Maíllo: Es un poco menos complicado que hace 4-5 años. Sigue siendo complicado. Veremos a dónde nos lleva esta nueva ley del cine, pero creo que por un lado es importante lo que está pasando estos dos últimos años a nivel de público. Es esencial que nos volvamos a encontrar con nuestra gente, que el público entienda que estamos haciendo películas para ellos, y que se van a divertir viendo nuestro cine.
Creo que el efecto y la llamada de ‘8 apellidos vascos’ ha sido vital para la reincorporación de la gente al cine. Este año venimos colocando tres, cuatro o cinco películas todos los fines de semana en el Top 10. Es bastante flipante para la que hemos pasado. Hay una sensación de empezar a salir de la crisis. Vamos a ver si realmente se materializa, pero esa es la sensación.
Hace cinco años, muchas de las productoras se quedaron en el camino, muchos proyectos se dilataron en el tiempo y donde estamos ahora es en una liga de películas comerciales que avalan las televisiones, que están llamadas a conectar con el público porque tienen una mejor comunicación con el público. Sobre todo las que vienen avaladas por Mediaset y Atresmedia.
Las instituciones tienen que velar por la otra liga, la de las películas artísticas, que van a encontrar difícil financiación y que tenemos que velar para que se puedan hacer. Pero es esencial que para que haya lo b, haya lo a, es decir, nuestro público tiene que acostumbrarse a que puede ver con garantías nuestro cine, que lo va a pasar bien, seguramente porque las películas son más digeribles, y que de vez en cuando pueda permitirse el lujo de ver una película artística porque está muy bien señalada, pero no podemos hacerlo a la inversa.
No podemos montar un sistema cinematográfico basado en películas artísticas únicamente, porque lo que pasa al final es que nuestro público, que no tiene un gusto por lo artístico, se acaba yendo a otras ofertas.
Mario, has acabado de rodar recientemente ‘El bar’, ¿qué nos podrías adelantar?
Mario Casas: Yo creo que ha quedado una comedia de las brillantes de Álex. Es otro tono, no es tanto ‘Mi gran noche’ o ‘Las brujas de Zugarramurdi’, que era una comedia más excéntrica, sino está más cercana a ‘La comunidad’. Al final nosotros interpretábamos los personajes de verdad, como si estuviera pasando o estuviéramos filmando una película de terror, y él nos decía que quería que sufriéramos, que paséis miedo y lo hiciéramos de verdad. Y que la vía de escape del espectador sea la risa.
Kike, ¿Estás trabajando ya en algún otro proyecto?
Kike Maíllo: Me encantaría hacer un musical con chicas en España, pero fuera de eso creo que ‘Toro’ fue una reacción a ‘Eva’ y que de alguna manera la tercera será una reacción a ‘Toro’.
¿Y alguna posibilidad de trabajar en una serie de televisión ahora que están entrando con fuerza Netflix y Movistar?
Kike Maíllo: A mí me encantaría. Sí que en los últimos meses estamos pensando en alguna cosa, pero todavía nada muy claro. A mí me encantaría algo de índole ciencia-ficción en castellano, o también algo de índole más político.
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