¿Cómo te llega la oferta y qué es lo que te decide a aceptar participar en ‘Capitán Kóblic’?
Inma Cuesta: Pues me llama el director, Sebastián Borensztein, para contarme el proyecto y que como es una co-producción hispanoargentina pues suena mi nombre, él empieza a investigar y a ver alguno de mis trabajos, porque no me conocía. Encajo físicamente en lo que pensaba y luego, por casualidad, pone mi nombre en Internet y salgo yo haciendo de argentina en una entrevista absurda en la radio y él cree que puedo hacer de argentina.
Lo que más trajo es que principalmente era un reto para mí interpretar a un personaje con acento argentino y del interior. Me daba la oportunidad de trabajar fuera de España de abrirme una puertecita al cine latinoamericano que me interesaba muchísimo. Trabajar con Ricardo Darín. Eran muchas las razones que me empujaban a decir que sí.
Para el tema del acento argentino, ¿te costó llegar al tono exacto que necesitabas?
Inma Cuesta: Yo siempre he imitado muchos acentos y hago un poco de broma sobre eso, pero esto ya eran palabras mayores, había que hacer creíble una cosa importante. Me puse una semana con una chica tomando notas, grabándola y me dio algunas directrices de fonética. Luego ya allí me dejé un poco guiar por los consejos de Ricardo y Sebastián, que me dieron algunas notas, pero poco más.
Ricardo, esa especie de Argentina profunda, ¿sigue existiendo?
Ricardo Darín: Hay algunos pueblitos perdidos en el interior del país. Yo no he recorrido todos y cada uno, obviamente, pero imagino que eso se haya profundizado porque en Argentina pasó algo bochornoso, se desestructuró la red ferroviaria, y muchos pueblos se han convertido en pueblos fantasma. Dependían del paso del tren para llevar y traer cosas, para que su gente viajara o fuera a trabajar y volviera.
Esa gente ha quedado aislada, son como islas. En muchos de esos pueblitos, que ya eran de por sí alejados, han quedado sólo los ancianos, porque la gente joven ha emigrado.
Ricardo, naciste en 1957, así que tenías 19 años cuando sucedió todo, ¿Nos puedes contar cómo lo viviste y qué recuerdas de aquella época?
Ricardo Darín: Es difícil, no sólo por el contexto, sino por las circunstancias personales. Yo estaba empezando a tener un trabajo un poco más regular, estaba pudiendo ayudar en mi casa, pero lo más gravitante de todo, más allá de las cuestiones personales, es que el terrorismo de estado lo primero que hace, porque está dentro de su manual de conducta, es producir una sensación a través de la cual uno no puede confiar en nadie, no puede hablar con nadie.
Los medios tampoco ayudaban porque estaban censurados, razón por la cual todo lo que llegaba eran rumores. Es inimaginable desde el aquí y ahora. Hoy las comunicaciones están en una era digital de tanta inmediatez por la información no nos permite trasladarnos hasta qué punto la desinformación operaba en el sentido beneficioso para ellos. Nosotros tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de lo que estaba ocurriendo.
La gran inmensa mayoría de la población estaba en otras cosas, y lo que sí necesariamente hay que hacer es entender lo que ocurrió antes del golpe militar. Hubo un período de dos años, dos años y medio en el que el estado de las cosas era tan caótico que gran parte de esa misma sociedad pedía ingenuamente o perversamente, todavía no lo he descubierto, que lo que hacía falta es que vinieran los militares para que pusieran orden.
Cuando fusionas todas esas capas encontramos que una porción de la población está sufriendo horrores, porque sus familiares están desapareciendo o son asesinados, enmascarados en enfrentamientos armados que en realidad eran fusilamientos, pero gran porción de la población se enteró de esto mucho después, porque lo que consumía era lo que permitían que llegara.
A muchos se les ha acusado de colaboracionistas cuando en realidad no lo eran necesariamente. Simplemente por no saber estaban fuera y no estaban en contra. Yo tengo muy claramente grabado el momento previo al golpe de estado. Recuerdo que empecé a sentir temor, esa cosa que es difícil de explicar, pero que te atraviesa. Ya entonces se había implantado el terrorismo de estado, porque ya se había creado la Triple A.
En esa época ya hubo gente y actores que se tuvo que exiliar, y de eso nunca se habla, porque se habla de marzo del 76 para adelante, pero lo que hay que revisar es qué ocurrió ahí.
Este tipo de películas siempre polarizan un poco a los espectadores, ¿cómo ha sido la acogida en Argentina, ha levantado ampollas?
Ricardo Darín: Un poco sí. De cualquier forma, yo creo que es una película difícil, polémica, sobre todo en Argentina, y supongo que había unas expectativas respecto a ello que por algún motivo no se produjeron. Es como si una parte de los que pueden intervenir en esa polémica estuvieran ya un poco cansados de hablar del tema y otros, a lo mejor interesados en que se reavive para poder investigar, no tuvieron la suerte necesaria.
Entonces, ¿ese tema es ya como más zanjado hoy en día? La gente que nació entonces como mucho tiene 40 años.
Ricardo Darín: No. Es muy difícil, depende de cada caso. Tú cuando quieres explicarle a alguno de los chicos ahora en España con respecto a la Guerra Civil, es dificilísimo, es una zona plagada de horror y contradicciones, porque hay cosas que son inexplicables. Si eso mismo sucediera ahora, no existirían 30.000 desaparecidos en Argentina por ese motivo, porque las comunicaciones hoy son inmediatas.
La desaparición se nutría específicamente de la falta de información, era un rumor. Hoy en día, una chica sale de su casa, no llega y está en las redes sociales de inmediato. Todos ponemos mensajes. Hay una inmediatez que no lo permitiría.
Ricardo, tu personaje en ‘Kóblic’ es piloto y tu padre era aviador, ¿influyó eso a la hora de aceptar el personaje y de componerlo?
Ricardo Darín: No, me acordé de eso cuando ya estaba en el rodaje o un poco antes. Es como si hubiese hecho una especie de viraje, por ponerlo en términos aeronáuticos, hacia el pasado y acordarme de cuando mi padre me llevaba a volar con él y yo era muy muy pequeño. Me acordé de un montón de cosas, un accidente que tuvo que cayó con un avión, yo estaba presente, lo vi y no le pasó nada.
Pero fue posterior, no tuvo que ver con la decisión. Siempre me gustó la aviación. Tengo familia, mi padre, mi tío y mi primo lo eran, pero yo no. Siempre me llamó la atención el tema.
Inma, ¿Qué tal ha sido tu primera colaboración con Ricardo Darín y Sebastián Borensztein?
Inma Cuesta: La verdad es que Ricardo ha sido el mayor regalo que yo me llevo de todo este viaje. Compartir y trabajar con Ricardo y que se haya convertido en alguien importante y especial en mi vida. Espero que repitamos más veces. Creo que tiene carisma y tiene una humildad, una generosidad y una capacidad de reírse de todo y de sí mismo que le hace más grande todavía.
Con Sebastián estoy muy agradecida, porque me ha abierto la primera puertecita y ha confiado plenamente en mí. Me ha aconsejado y ha tenido la generosidad y la capacidad de que el guión y la película ha estado siempre viva. Nunca sabías muy bien qué iba a ocurrir, porque siempre te cambiaba algo, y a mí eso me gusta. Él estaba abierto a lo que ocurría y a poder transformarlo y cambiarlo.
Ahora que ya has metido el primer pie en Sudamérica, ¿hay algún director de allí con el que te gustaría trabajar?
Inma Cuesta: Me gusta mucho Pablo Trapero y me encantaría trabajar con él, pero hay muchos más. Lo que pasa es que hay películas que ves y luego no recuerdas el nombre, pero de Pablo he visto muchas películas de él y me gusta muchísimo.
La película tiene un poco de western. No sé si lo enfocaste, no tanto como Clint Eastwood, pero de héroe o como un hombre atormentado, una mezcla de los dos…
Ricardo Darín: Yo creo que el tipo no tiene espacio mental ni emocional para nada. Está atormentado por algo que le obsesiona, que es no haber hecho nada en el momento que debía haberlo hecho, y creo que eso le inhabilita para cualquier otra cosa. Por eso, el personaje ni declara ni acciona, es como un muermo, como un tipo que está huyendo de sus colegas por un lado y de sí mismo por otro.
Hay un tema que es importante y que no sé si está debidamente claro en la película. Este tipo está a punto de jubilarse y es la primera vez que lo suben a uno de los famosos vuelos de la muerte. No es que haya hecho otros antes. Eso es un dato importante, porque si hubiera hecho, estaríamos hablando de otro tipo de personaje. Él sabe que estas cosas pasan, pero a él nunca le había tocado y cuando lo hacen, el tipo dice que no.
Eso fue lo que me llamó la atención a mí, alguien que frente a la adversidad de tener toda una camada de colegas sumergidos en esa locura, él dice que no, sabiendo que se está metiendo en un túnel sin salida. Eso me resultó atractivo en términos técnicos para el oficio.
Ha llegado un punto en tu carrera en el que la mayoría de tus películas se venden como “lo nuevo de Ricardo Darín”, ¿cómo asumes esa responsabilidad adicional que te dan?
Ricardo Darín: Yo no la asumo, la asumen ellos y están totalmente locos, porque no es así, no debe ser así. No sé qué decirte. Está lejos de ser un elogio, porque lo que te sugiere como carga de incomodidad y responsabilidad es algo que va por fuera de lo que es tu trabajo específico. Para mí la verdadera estrella de una película es primero la idea, luego el libro y luego lo que se hace con ello.
El facilismo es ponerle la cara de los actores o actrices. Decimos la de fulano, la de mengano, ¿viste la de …? Uno no puede hacer nada con eso, pero yo estoy decididamente en contra.
Pero después de la figura gigantesca que se ha montado alrededor de ti, cuando ahora afrontas un trabajo, ¿no tienes una responsabilidad de tener que hacer algo bueno?
Ricardo Darín: No, yo la responsabilidad de tener que hacer algo bueno la siento por mí, y te digo más, yo creo que lo que siento es tratar de borrar todo lo anterior, no hacerme cargo de eso. Eso es una mochila que no sé a quién servirá, pero a mí no. Es un trabajo anexo, complementario. Es raro, porque es un trabajo que se nutre de la notoriedad y de la aceptación de los demás que un tipo vaya por el camino contrario.
Técnicamente, cada trabajo es desde cero. Cada trabajo va a ser analizado como un examen para ver qué es lo que hiciste, y no importa de dónde vengas ni adónde vas. En ese caso es más pesado tener notoriedad que no tenerla, porque siempre va a ser comparado con cosas anteriores, pero los demás, uno no lo hace, trata de hacer las cosas en función de lo que acuerdan con el guión, con el director, el plan de trabajo.
Uno no está a cargo de lo que eso significa para afuera, porque entonces estaríamos trabajando en función de un resultado, y la verdad es que todos esperamos que sea bueno, pero no trabajamos en función de ello porque sería un gran error. Bueno, algunos sí lo hacen y les va bárbaro. Retiro lo dicho.
Hay algunos que se han hecho ricos así y está bien, porque tiene que haber un poco de todo, pero yo creo que uno no debe apoyarse en nada anterior. Si yo hiciera eso, sería porque creo que lo anterior es responsabilidad mía exclusivamente, y no es así.
Inma, durante la promoción de ‘La Novia’ comentaste que cuando soñabas con ser actriz, memorizaste varios diálogos de ‘Bodas de sangre’, ¿hay algún otro personaje con el que hicieras lo mismo y que te gustaría interpretar?
Inma Cuesta: Pues yo he sido una gran admiradora de Federico García Lorca y de su obra. Siempre me ha inspirado mucho y a mí me marcó el personaje de Adela de ‘La casa de Bernarda Alba’. Siempre me ha gustado ese personaje, porque es la que se rebela, se viste de verde en esa casa de luto, pero más allá de eso no recuerdo.
Hablando de comparaciones, Ricardo, ¿has visto el remake de ‘El secreto de sus ojos’, qué te ha parecido?
Ricardo Darín: Horrorosa. No sólo no han leído bien el libro y no han entendido de qué va la cosa, sino que es muy poco creíble la relación entre Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor, que es un buen actor, pero la relación yo la busqué y no la encontré. El único momento mínimamente vibrante de lo que se supone es un remake que es un me ha gustado tu idea pero la voy a hacer mejor, la voy a hacer para el gran mercado y ahora verás, agárrate.
El único momento vibrante es cuando Julia Roberts encuentra el cadáver de su hija en ese contenedor, porque si ya directamente eso no nos conmueve… pero no. La verdad es que me pareció horrible.
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