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miércoles, 14 de noviembre de 2018

CRITICA. COLETTE


No deja de sorprenderme cómo algunos largometrajes logran cautivarte, sobreponiéndose a sus desatinos y haciéndote olvidar fallas e imperfecciones, utilizando únicamente su encanto. Un concepto que, a priori, puede resultar un tanto vago e, incluso, abstracto, pero que en ocasiones llega a alzarse sobre elementos formales y narrativos con un peso específico como la construcción del guión o la factura técnica.

Es precisamente este difícilmente descriptible encanto lo que hace trascender al irregular, pero sobradamente disfrutable biopic 'Colette', basado en la vida de la escritora y artista gala Sidonie-Gabrielle Colette. Un filme que se sobrepone a su falta de riesgo y a un tratamiento excesivamente arquetípico con una amalgama de detalles que invitan a la sonrisa cómplice y al suspiro complaciente una vez finaliza su proyección.


La principal responsable de que lo último del realizador Wash Westmoreland tras la notable 'Siempre Alice' transmita este tipo de efecto es una Keira Knightley sencillamente maravillosa en su papel protagonista. La calidez de su mirada, lo delicado de su lenguaje corporal y su fuerza en pantalla consiguen dar forma a una combinación de vigor y fragilidad que se traduce en el mayor reclamo de la cinta y en una de las mejores interpretaciones de la carrera de la británica.

Junto a Knightley, cabe mencionar la fantástica labor de un reparto convincente y entregado que extrae oro de la construcción de sus personajes, de la solvente —aunque excesivamente funcional— puesta en escena de Westmoreland y de una notable ambientación que, irritantes cuestiones idiomáticas aparte, traslada al patio de butacas a la vibrante París de los años 20; capturada con un gusto envidiable por lo estético que da a 'Colette' un empaque único.


Pero su sobrada belleza y el incontestable componente artístico del largometraje esconden una propuesta demasiado académica que fotocopia y padece los lugares comunes de buena parte de los dramas biográficos vistos con anterioridad; lo cual se traduce, entre otras cosas, en una excesiva corrección a la hora de tratar sus reivindicativos temas concernientes a la sexualidad y feminidad de su personaje principal y en una cadencia narrativa un tanto irregular.

A esto habría que sumar una gestión algo ineficiente de las no pocas dificultades a las que se enfrenta Colette, con un conflicto interno que la atormenta incesantemente a lo largo del relato —desvirtuado durante su primera mitad acudiendo al manido "síndrome del pez fuera del agua"—, pero con una exploración falta de fuerza de unos problemas más mundanos que, además, dejan en el tintero gran parte de la vida de la autora, produciéndose cierta sensación de incompletud tras el último corte a negro.


Es en ese momento, al encenderse las luces y al obligarte inconscientemente a hacer un juicio de valor —siempre subjetivo—, cuando todo esto último se diluye entre el poso que deja el tono amable y reivindicativo de una película que tal vez no perdure demasiado en nuestra memoria, pero que estimula retinas, cerebros y corazones como muy pocas, llegando a enamorar sin ofrecer nada más que un encanto natural tan grande como el de su figura protagonista.




Por VÍCTOR LÓPEZ G. @Meccus


Se ha adaptado a español latino.
Se han modificado los nombres de las películas y series al correspondiente a Argentina.
Se han modificado las fechas de estreno a las correspondientes a Argentina.
Publicado bajo licencia Creative Commons.

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