Un bote deambula por los pintorescos canales de Londres. En él, Eva y Kat coexisten en una relación que fluye con la calma del mismo vaivén de las aguas británicas, pero la muerte de su gato y la aparición de una excéntrica figura masculina llega a recontextualizar la naturaleza de su vínculo.
El entorno bohemio y la soltura con que los personajes apropian su sexualidad indica una concepción “contemporánea” de las relaciones interpersonales, pero el principal conflicto del largometraje surge de la dificultad dialéctica que existen al contraponer esta fachada a las expectativas conservadores de la familia idílica.
A nivel conceptual esto propone una reflexión estimulante, pero las actuaciones carismáticas y la belleza formal de un montaje compuesto por tomas largas e intimistas, tratamiento deja mucho que desear en su caracterización unidimensional del duelo femenino que no va más allá de los matices de la lujuria y el despecho, lo que se exalta en detrimento cuando la estructura dramática se desarrolla con previsibilidad y existe una inconsistencia tonal entre la yuxtaposición desarticulada de humor escatologico e introspección solemne.
Como tragicomedia romántica, Tierra Firme tiene su valía en la amenidad con la que expone paradigmas de convivencia no-hegemónica , pero así como su relación central, el problema está cuando se cae en cuenta de que más allá de la superficie revoltosa, lo que se tiene enfrente es algo esencialmente convencional.
Alonso Aguilar
Marzo, 2018.
“Crítica
realizada dentro del Talent Press Guadalajara, programa de
perfeccionamiento en crítica cinematográfica del Talents
Guadalajara, en el marco del Festival Internacional de Cine de
Guadalajara”
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