Lejos de los constantes remakes y reboots que tiranizan los presupuestos de Hollywood, la secuela de Blade Runner, Blade Runner 2049, no podía ser un mero pastiche recurriendo a las referencias del ayer, una simple forma de continuar fomentando el turismo de la nostalgia. Si la elección de Denis Villeneuve como director al frente del proyecto podía ofrecer pistas sobre las claves estéticas de la secuela, el primer tráiler de la película lo confirma:
Blade Runner 2049 aparenta ser un artefacto irresistible.
En apenas dos minutos, observamos el universo ideado por Ridley Scott de forma magistral en 1982: el ambiente tenebroso y nebuloso, la lluvia sempiterna, las capas de polvo que difuminan y distorsionan la percepción de la realidad, las claves fundacionales de toda una generación de películas y creaciones de ciencia ficción, la hiperpublicidad, el misterio, el sistema inabarcable. El tráiler funciona y, en consecuencia, el hype se ha disparado.
Y a todo ello ha contribuido de forma ruidosa la ambientación sonora.
De paseo por lo mejor de los '80
Rebobinemos: a mediados de los ochenta la New Age cotizaba al alza, y artistas como Vangelis se introducían en el universo cinematográfico para generar bandas sonoras incomparables. No se trataba del clasicismo subido de John Williams para Star Wars, sino de la utilización de elementos electrónicos, por aquel entonces en absoluto asimilados por el público de masas, para generar paisajes repletos de tensión y misterio.
El trabajo de Vangelis pasó a la historia como uno de los más icónicos de la música neoclásica experimental contemporánea, y su figura proyectada sobre la película, sus paisajes explosivos y sus elocuentes silencios, se filtraron en la cultura popular acaso para siempre. De modo que la música habría de ser otro de los elementos definitorios de Blade Runner 2049, al igual que la dirección visual, y para ello Villenueve se ha encomendado a Jóhann Jóhannsson.
La asociación no es nueva: Jóhann Jóhannsson es el responsable del score de tres películas de Villenueve, Sicario, Prisioners y Arrival, y en todas ellas el resultado ha bordeado lo genial. Por Sicario, además de por su trabajo en La teoría del todo, Jóhannsson logró sendas nominaciones a los Oscar, aunque no se llevara ninguna. De forma paradigmática, fue su trabajo en Arrival quizá el más destacado (junto a Sicario), y también el más útil a la hora de entender la impactante ambientación sonora que acompaña al tráiler de Blade Runner 2049.
Allí, Jóhannsson aplicó las enseñanzas heredadas de compositores como el propio Vangelis o Max Richter, amén de otros ilustres modernistas del siglo XX como Stockhausen, para generar una banda sonora que funcionara de forma errática y no lineal. El papel de la música en Arrival es sensitivo, no ornamental, y antes que guiar la trama de forma melódica y reconocible recoge la tensión de las escenas clave a través de relámpagos sonoros basados primordialmente en juegos de cuerdas filtrados y editados en la producción.
Es el mecanismo del ruido y del susto, tan de las películas slasher: grandes tormentas que vienen y que van, intercaladas con delatores silencios, y que contribuyen a generar un ambiente grandilocuente y expectante, destinado a ilustrar lo temible e ininteligible de los difusos acontecimientos que se desarrollan ante nosotros. Como Jóhannsson explicó, para Arrival se sirvió de técnicas de regrabación a varias velocidades que sirvieran para generar la atmósfera casi drone (¿para cuándo un score de Sunn O)))?).
En resumen, un trabajo totémico, tenso y minimalista.
Más sintetizadores, más tensión
Aquella fue la otra parte del éxito: junto a Villeneuve, el artista islandés parte de la estructura de la película y del guión para idear sus score, de tal modo que se fusionan a la perfección. Otras claves: el papel de los diversos silencios que se intercalan en la película y en los clímax sonoros de su banda sonora y un cierto apego por el minimalismo (no recargar las películas como, ejem, Zimmer) visible en el resto de su obra no cinematográfica, tan dado a los compositores neoclásicos del siglo XXI, tras la edad de los excesos de la centuria anteiror.
¿De modo que qué cabía esperar para Blade Runner? Sólo lo sabremos cuando se estrene la película, pero el tráiler sirve de breve adelanto. Lo primero que merece ser tenido en cuenta es la difusa autoría de la música del mismo: en general, los tráilers son ejercicios imaginativos muy parcos, con músicas prefabricadas que siempre sirven para ilustrar las mismas historias (neoclásica para películas de época, guitarras indie-folk para historias de superación personal, épica y grandes rótulos para los blockbusters), y su score nunca aparece en la película.
Teniendo en cuenta eso, es probable que la música del tráiler sí sea de Jóhann Jóhannsson: los patrones sonoros y la estética recuerdan enormemente a su trabajo en Arrival, con importantes diferencias. Primero, el componente neoclásico se ha reducido en favor de un aire más electrónico y sintético que bebe directamente de Vangelis, autor al que, por cierto, Jóhannsson se ha remitido como inspiración directa en más de una ocasión.
Segundo, por el carácter perfectamente asimilado al tráiler, por ese juego de ruido + susto permamente que colorea el misterio siempre obligado en cualquier tipo de avance promocional. El truco, por cierto, es el mismo que ha inspirado otra banda sonora de directa influencia ochentera y que se vale de los mismos arcos temáticos que Blade Runner o Arrival, aunque en un terreno juvenil: la de Stranger Things. Los sonidos gravísimos, la fascinación estética por el misterio, el recurso sintetizado, todo ello es uno de los grandes aciertos de la serie.
Remake contemporáneo de Vangelis o composición propia de Jóhannsson, la música del tráiler coloca sus escasos dos minutos en un escalafón superior. Es el lazo a una caja repleta de sorpresas y a una película que, ahora ya sí, tiene un aspecto soberbio.
Publicado bajo licencia Creative Commons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario