La jugada maestra
Duración 114 min.
País Estados Unidos
Director: Edward Zwick
Reparto: Tobey Maguire, Michael Stuhlbarg, Peter Sarsgaard, Liev Schreiber, Lily Rabe,Conrad Pla, Seamus Davey-Fitzpatrick, Sophie Nélisse, Robin Weigert, Evelyne Brochu, John Maclaren, Andreas Apergis, Ilia Volok, Alexandre Gorchkov, Aiden LovekampLA PROFUNDIDAD DE UN ACTOR
En “la jugada maestra” Tobey Maguire es Bobby Fischer, el brillante jugador de ajedrez cuyo genio lo convirtió en el primer estadounidense en convertirse en campeón mundial y luego lo llevó a una oscuridad que lo consumiría en su edad adulta.
La crítica remarca como Maguire “transmite de manera impresionante los gestos erráticos del ajedrecista y su penetrante mirada”. Es más, Maguire capta la compleja psicología de Fischer: por un lado, un genio alcanzando el fino borde de la locura; por el otro, un joven ambicioso por encontrar su lugar en el mundo.
Habiendo comenzado su carrera como un niño actor con un sentido de propósito adulto, Maguire ha madurado como un serio actor que a menudo encuentra el niño interior en sus personajes. Algunos de sus films más aclamados son: “The ice storm”, “The cider house rules”, “Spider Man”, “Seabiscuit” y “The Great Gatsby”.
LA PERSONIFICACIÓN DE LA INTELIGENCIA
En “LA JUGADA MAESTRA”, Liev Schreiber es Boris Spassky, el inexpresivo master soviético que se convertiría en némesis de Fischer. Para representar a Spassky, un enigmático genio de quien se sabe muy poco, Screiber debió construir una personalidad implosiva que emana inteligencia y poder mientras deja escapar muy poca emoción. La performance de Schreiber, especialmente junto a la representación volátil y emocional de Maguire, sirve como perfecto equilibrio y contraste. Según Jordan Mintzer del Hollywood Reporter “Schreiber es genial en su rol del peso pesado soviético reinante, conteniendo toda la emoción y demostrando que es suficientemente hombre como para respetar a su oponente, además de admirar el modo americano de vida”. Schreiber captura mucho de lo que lo hace admirable para el público. Con capacidad verbal para ser uno de los grandes actores shakesperianos, se permite transmitir emoción e inteligencia sólo con el peso de su mera presencia.
BOBBY FISCHER: GENIO Y LOCURA
“No hay gran genio sin un toque de locura”, observó Albert Einstein. Para Bobby Fischer, cuyo genio emergió en el momento en que aprendió a jugar ajedrez siguiendo las instrucciones de un set de juguete, la locura no estaba lejos.
Muchos se preguntan si el ajedrez no fue, de hecho, un escape de la oscuridad dentro suyo. “Hay algo sobre la locura del Sr. Fischer que está muy conectada a la esencia natural del ajedrez”, escribió Edward Rothstein en su memorial del New York Times. “El mundo, con sus complicadas historias e interacciones humanas, con sus conflictos emocionales, también puede ponerse a un lado para concentrarse en un intrincado cosmos finito”. En “LA JUGADA MAESTRA”, Tobey Maguire muestra hábilmente el Cubo de Rubik que fue la locura y el genio que caracterizó a Bobby Fischer como jugador y como hombre. Durante sus primeros años, Fischer parecía pasar de la locura al genio con una extraña y elegante gracia. Sus ataques de ira contra el Imperio Soviético por mantener su hegemonía, resultaron ser acertados. Incluso sus demandas caprichosas en cuanto a pagos y lugares de juego fueron consideradas como estrategias psicológicas brillantes más que como rarezas de un joven con un frágil estado mental. Pero luego de vencer a Boris Spassky en 1972, las excentricidades de Fischer se volvieron más oscuras y ofensivas. Cuando ya no lo consumía sus deseo de alcanzar el Campeonato Mundial, sus discursos anti semíticos y anti americanos dejaron sugerir una mente que se había vuelto contra sí misma.
Como muchas otras grandes mentes plagadas por enfermedades mentales, Fischer, que nunca perdió su genio, fue definido por su locura. “A pesar de la fealdad de su caída”, nos recuerda el Campeón Mundial Garry Kasparov, “Fischer merece ser recordado por su juego y por lo que hizo por el juego… Bobby Fischer fue único, sus errores fueron banales tanto como su ajedrez fue brillante”.
Bobby Fischer fue Master Nacional en 1956 a la edad de 12 años. En 1958, cuando tenía 15 años Fischer ganó el Campeonato de Ajedrez de Estados Unidos convirtiéndose en Master Internacional. El mismo año obtuvo el título de Grand Master.
En 1971 ganó el Torneo de Candidatos derrotando a Tigran Petrosian en Buenos Aires. En 1972 derrotó a Boris Spassky en Reykjavik, Islandia y se convirtió en Campeón Mundial.
“No hay gran genio sin un toque de locura”, observó Albert Einstein. Para Bobby Fischer, cuyo genio emergió en el momento en que aprendió a jugar ajedrez siguiendo las instrucciones de un set de juguete, la locura no estaba lejos.
Muchos se preguntan si el ajedrez no fue, de hecho, un escape de la oscuridad dentro suyo. “Hay algo sobre la locura del Sr. Fischer que está muy conectada a la esencia natural del ajedrez”, escribió Edward Rothstein en su memorial del New York Times. “El mundo, con sus complicadas historias e interacciones humanas, con sus conflictos emocionales, también puede ponerse a un lado para concentrarse en un intrincado cosmos finito”. En “LA JUGADA MAESTRA”, Tobey Maguire muestra hábilmente el Cubo de Rubik que fue la locura y el genio que caracterizó a Bobby Fischer como jugador y como hombre. Durante sus primeros años, Fischer parecía pasar de la locura al genio con una extraña y elegante gracia. Sus ataques de ira contra el Imperio Soviético por mantener su hegemonía, resultaron ser acertados. Incluso sus demandas caprichosas en cuanto a pagos y lugares de juego fueron consideradas como estrategias psicológicas brillantes más que como rarezas de un joven con un frágil estado mental. Pero luego de vencer a Boris Spassky en 1972, las excentricidades de Fischer se volvieron más oscuras y ofensivas. Cuando ya no lo consumía sus deseo de alcanzar el Campeonato Mundial, sus discursos anti semíticos y anti americanos dejaron sugerir una mente que se había vuelto contra sí misma.
Como muchas otras grandes mentes plagadas por enfermedades mentales, Fischer, que nunca perdió su genio, fue definido por su locura. “A pesar de la fealdad de su caída”, nos recuerda el Campeón Mundial Garry Kasparov, “Fischer merece ser recordado por su juego y por lo que hizo por el juego… Bobby Fischer fue único, sus errores fueron banales tanto como su ajedrez fue brillante”.
Bobby Fischer fue Master Nacional en 1956 a la edad de 12 años. En 1958, cuando tenía 15 años Fischer ganó el Campeonato de Ajedrez de Estados Unidos convirtiéndose en Master Internacional. El mismo año obtuvo el título de Grand Master.
En 1971 ganó el Torneo de Candidatos derrotando a Tigran Petrosian en Buenos Aires. En 1972 derrotó a Boris Spassky en Reykjavik, Islandia y se convirtió en Campeón Mundial.
BOBBY FISCHER: UN PEÓN DEL JUEGO
Cuando G. K. Chesterton dijo “los poetas no enloquecen, los jugadores de ajedrez sí”, Bobby Fischer aún no había nacido. Pero el extraño viaje de Fischer: de niño prodigio a Campeón Mundial de Ajedrez a sombrío paria, no fue muy diferente del de otros grandes del ajedrez que lo precedieron. En “LA JUGADA MAESTRA”, Tobey Maguire trae a la luz de manera brillante el peligroso camino que Fischer recorrió al canalizar su enorme genio para convertirse en campeón. Cuando Fischer dijo “Le doy 98% de mi energía mental al ajedrez; otros le dan sólo 2%”, no sólo hablaba de su dedicación, sino del poco espacio que dejaba para el mundo real. Luego de culminar su obsesión, Fischer no encontró donde ir más que dentro de su propia paranoia. Pero, como observó el escritor Andrew Anthony, “El descenso de Fischer hacia un comportamiento salvaje e irracional está lejos de una narrativa única, especialmente en ajedrez”. La historia del juego contiene muchas trayectorias similares”. Quizás no haya deporte más peligroso, con todos estos jugadores perdiendo su camino y muchas veces, su mente, en su obsesiva búsqueda de la victoria. Albert Einstein observó “El ajedrez mantiene al Master en sus propios límites, atando la mente y el cerebro de manera que la libertad interior del más fuerte debe sufrir”. La cantidad de jugadores que perdieron su batalla contra el juego demuestra cuán peligroso puede ser. Entre ellos puede nombrarse a: Wilhelm Steinitz, Paul Morphy, Aron Nimzowitsch, Carlos Torre, Vassily Ivanchuk, Raymond Weinstein o Alexander Pichushkin.
LA POLÍTICA DEL JUEGO
En “LA JUGADA MAESTRA”, el juego por el Campeonato Mundial en Reykjavík, Islandia entre la leyenda estadounidense Bobby Fischer (Tobey Maguire) y el Grandmaster soviético Boris Spassky (Live Schreiber) obtuvo tanta atención de la prensa y del público, que fue rápidamente bautizado “El Juego del Siglo”. La intensidad de la difusión del juego demostraba el grado en que los deportes durante de la Guerra Fría se convirtieron, parafraseando al teorista Carl von Clausewitz, en “política por otros medios”.
Fischer y Spassky se convirtieron en peones en un juego más grande jugado por dos súper potencias en conflicto por el dominio mundial. Muchos norteamericanos que jamás habían prestado atención al mundo del ajedrez fueron atraídos hacia la televisión y el juego se desarrolló día a día en los medios de comunicación. Para ellos, no se trataba solamente de un juego de ajedrez; era una batalla entre el Este y el Oeste. Cuando Henry Kissinger telefoneó a Fischer en Reykjavík para alentarlo, hablaba como fanático del ajedrez y también como Secretario de Estado de Estados Unidos.
Cuando G. K. Chesterton dijo “los poetas no enloquecen, los jugadores de ajedrez sí”, Bobby Fischer aún no había nacido. Pero el extraño viaje de Fischer: de niño prodigio a Campeón Mundial de Ajedrez a sombrío paria, no fue muy diferente del de otros grandes del ajedrez que lo precedieron. En “LA JUGADA MAESTRA”, Tobey Maguire trae a la luz de manera brillante el peligroso camino que Fischer recorrió al canalizar su enorme genio para convertirse en campeón. Cuando Fischer dijo “Le doy 98% de mi energía mental al ajedrez; otros le dan sólo 2%”, no sólo hablaba de su dedicación, sino del poco espacio que dejaba para el mundo real. Luego de culminar su obsesión, Fischer no encontró donde ir más que dentro de su propia paranoia. Pero, como observó el escritor Andrew Anthony, “El descenso de Fischer hacia un comportamiento salvaje e irracional está lejos de una narrativa única, especialmente en ajedrez”. La historia del juego contiene muchas trayectorias similares”. Quizás no haya deporte más peligroso, con todos estos jugadores perdiendo su camino y muchas veces, su mente, en su obsesiva búsqueda de la victoria. Albert Einstein observó “El ajedrez mantiene al Master en sus propios límites, atando la mente y el cerebro de manera que la libertad interior del más fuerte debe sufrir”. La cantidad de jugadores que perdieron su batalla contra el juego demuestra cuán peligroso puede ser. Entre ellos puede nombrarse a: Wilhelm Steinitz, Paul Morphy, Aron Nimzowitsch, Carlos Torre, Vassily Ivanchuk, Raymond Weinstein o Alexander Pichushkin.
En “LA JUGADA MAESTRA”, el juego por el Campeonato Mundial en Reykjavík, Islandia entre la leyenda estadounidense Bobby Fischer (Tobey Maguire) y el Grandmaster soviético Boris Spassky (Live Schreiber) obtuvo tanta atención de la prensa y del público, que fue rápidamente bautizado “El Juego del Siglo”. La intensidad de la difusión del juego demostraba el grado en que los deportes durante de la Guerra Fría se convirtieron, parafraseando al teorista Carl von Clausewitz, en “política por otros medios”.
Fischer y Spassky se convirtieron en peones en un juego más grande jugado por dos súper potencias en conflicto por el dominio mundial. Muchos norteamericanos que jamás habían prestado atención al mundo del ajedrez fueron atraídos hacia la televisión y el juego se desarrolló día a día en los medios de comunicación. Para ellos, no se trataba solamente de un juego de ajedrez; era una batalla entre el Este y el Oeste. Cuando Henry Kissinger telefoneó a Fischer en Reykjavík para alentarlo, hablaba como fanático del ajedrez y también como Secretario de Estado de Estados Unidos.
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