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lunes, 22 de agosto de 2016

COMO SE DISEÑO YORKTOWN?


Cualquier aficionado al cine como algo más que un entretenimiento sabe que, sobre todo en las películas de fantasía y ciencia ficción, hay construcciones alucinantes que no existen en la realidad y que, por supuesto, son ideadas y diseñadas por los guionistas y el equipo de diseño de producción, con su departamento de arte a la cabeza, en cada proyecto fílmico. Y la más reciente de esas construcciones que nos ha dejado boquiabiertos ha sido la base estelar que aparece en Star Trek Beyond (Justin Lin, 2016), la última película estrenada de la veterana saga de space opera, que se inició en 1966 con la serie televisiva de Gene Roddenberry.

Yorktown es el nombre de esta construcción imaginaria, y se trata de una enorme estación espacial de la Federación de Planetas Unidos, situada en la frontera, no muy lejos de la ficticia nebulosa de asteroides Nube Necro. En el año 2263 de la historia trek, se la considera la base de la Flota Estelar más avanzada de cuantas hay en los 8.000 años luz por donde se extiende la Federación. Fue construida en el espacio y no como un asentamiento en algún planeta para no mostrar favoritismo por ninguno de ellos.



El popular Simon Pegg dio más detalles acerca de la base. Siendo coguionista acreditado del filme junto con Doug Jung, el intérprete que encarna al divertido ingeniero Scotty en los tres del reboot y fan declarado de la saga, contó que Yorktown “es una especie de centro diplomático”, que “es el lugar donde todos los miembros más recientes de la Federación pueden ir, mezclarse entre sí y aprender unos de otros” y “reunirse para buscar un mejor futuro común”. Sin embargo y como se supone, también se trata de “un importante establecimiento táctico de la Federación”.

Por supuesto, el entorno en el que sucede la acción de una película condiciona sus posibilidades, y nada hay más razonable en este sentido que deducir que fueron los mismos guionistas los que imaginaron Yorktown para Star Trek Beyond: Pegg y Jung describieron la base en el libreto y le pasaron sus ideas a los diseñadores de producción Sean Hargreaves, Milena Zdravkovic y Dan Hermansen, que volvieron con “unos diseños conceptuales sorprendentes” según el propio Pegg.



Como estación espacial, Yorktown posee una singular e imponente estructura esférica, cerrada y transparente, y una matriz de anillos entrelazados con brazos de unas diecisiete millas y media de longitud, cuya contemplación trae a la memoria la ciudad onírica que se dobla sobre sí misma en Inception (Christophen Nolan, 2010). Algunos de estos brazos alcanzan la superficie y llevan a puertas de acceso para naves espaciales como la Enterprise, y otros se juntan en el centro de la esfera, donde se sitúa la plaza central y la comandancia de la estación y en el que se pueden distinguir los dos edificios Burg de Dubái, ciudad en la que se llevó a cabo parte del rodaje.

Por otro lado, Yorktown cuenta con su propia generación de gravedad artificial en el conjunto de sus superficies curvas interiores, cuyos diferentes planos convergen en el mismo centro de la esfera, provocando una estela gravitatoria que resulta útil para el desarrollo de una escena capital del filme. Con unos 100 millones de polígonos en tan compleja estructura, vista desde el espacio “parece una bola de nieve gigante sólo a la espera de romperse”, según el ácido Leonard McCoy (Karl Urban), médico de la Enterprise y amigo íntimo de su capitán, James T. Kirk (Chris Pine).



Pero, en verdad, para protegerse de un potencial ataque se sirve de una gran red de satélites defensivos provistos de phasers y torpedos de fotones, y de una multitud de torretas en la superficie. No debe permanecer inerme e indefensa, ya que alberga a varios millones de seres humanos de toda la Federación, incluyendo a la familia de Hikaru Sulu (John Cho), oficial y timonel de la Enterprise.

Tal como relata Hargreaves, el proyectista principal, al comienzo no había ventanas en los brazos de la estación por las que se pudiese observar el paso aún en vuelo de las naves espaciales, hecho que se modificó después precisamente para que fuera posible, de modo que las secuencias decisivas resulten más vistosas y, de hecho, hasta realizables.



Hay quien ha bromeado comparando la base con la también esférica Estrella de la Muerte de Star Wars, e incluso con el puerto de Mos Eisley que igualmente se le conoce, a lo que Pegg ha respondido al menos que en absoluto se trata de nada parecido a este último, “ese horrible hervidero de escoria y villanía”, y que Yorktown es, de hecho, todo lo contrario. Nada que ver tampoco, entonces, con la monstruosa estación espacial concebida por el infame Darth Sidious.

Pero el caso es que los diseñadores no se manejan solamente con conceptos técnicos para la elaboración de sus trabajos, y Hargreaves tenía muy claro lo que es Yorktown a un nivel más profundo: “Aquello de lo que el entero material original de Roddenberry trataba: la convivencia en armonía, con otros planetas y culturas que todos habríamos descubierto”. Con una idea tan inspiradora, no es de extrañar que los diseñadores se esmerasen tanto para confeccionarla y que la visión de Yorktown hoy resulte algo tan asombroso.


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